En la cuenta de los días, uno de los grandes desafíos para alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres está en el lenguaje. En sociedades patriarcales como la mexicana el lenguaje es androcéntrico, lo que equivale a decir que es discriminatorio hacia nosotras. El lenguaje es empleado de manera sexista cuando es utilizado para desestimar la contribución social femenina; cuando nos desvaloriza en relación con los hombres; cuando nos representa a partir de nuestra sexualidad y de nuestras funciones reproductivas o cuando toma a lo masculino como parámetro de lo humano.