El rock, por su inherente razón de ser, se evade de lo acostumbrado y mantiene en forma constante las innovaciones (no en balde sus 60 años de existencia), y tan pronto como éstas se vuelven comunes por el uso y abuso, va separándose de ellas con nuevos distanciamientos, al igual que el proceso social, bajo distinto signo aunque con el mismo nombre: rock, a pesar de que algunos despistados lo "acaben" una y otra vez, como al mundo. El rock, como el Ave Fénix, no muere, siempre resurge de entre sus cenizas con un nuevo plumaje.