En las más de doscientas canciones que ha compuesto Neil Finn a lo largo de su carrera, la cotización de sus atmósferas ha crecido y dado a su estilo un nombre propio. Y la gama que abarca desde lo melódico, por antonomasia, hasta la experimentación psicodélica (pasando por la New Wave, el pop rock, el indie, el dream pop o el space) le ha acarreado éxitos monumentales y ser nombrado como referencia incuestionable de la época.
Y ahí, en el corazón de Auckland, su lugar de crecimiento, el impacto de su obra es tan veraz, como ambiental e histórico. Porque en Neil Finn aparecen todas las músicas que lo han conformado, y al rock neozelandés también, lo que lo convierte en un fresco viviente en sí mismo.