John Fogerty (en principio y a final de cuentas el cerebro y alma del grupo Creedence Clearwater Revival) cumplió cabalmente con el precepto artístico de universalizar con sus canciones el viaje interior por el corazón y la música de una geografía humana y pantanera, y su obra vendría a ser la parte sonora de lo ya desarrollado literariamente por Mark Twain y William Faulkner.
Ese fue el hilo conductor de sus álbumes durante tres años (1968-1970). Su pluma, guitarra y voz la reveló al mundo. Sin embargo, luego del disco Pendulum ya no habría más allá. Todo se quebró. Tras el rostro luminoso y la exitosa carrera del grupo también nacieron y se desarrollaron la ambición inescrupulosa, el rencor desmedido y la envidia superlativa.