Se cumplieron 25 años del fallecimiento de Serge Gainsbourg y, a final de cuentas y más allá de los análisis y los homenajes a su persona, queda una certidumbre: sus canciones serán imperecederas. Importa poco lo que sobreviva del personaje. Lo que permanecerá al escuchar sus obras es que en melodías, arreglos y textos uno se volverá inteligente por el tiempo que dure alguno de sus refranes o un par de versos. Gainsbourg se fue (en 1991), pero siempre lo escucharemos en off.
La cultura francesa creada por él está ahí: como poeta de los juegos de palabras; como soberano del arte de la canción y como cantautor a la vez literario y popular. De su obra la mayoría recuerda algo del autor-compositor-intérprete francófono más importante del siglo XX.