Al ir pasando por las salas de la exposición Bowie is confirmo, para mí, aquello de que los humanos somos criaturas que se cuentan historias a sí mismas para entender qué clase de entes somos. Relatos como el de este personaje se convierten en lo que conocemos, en lo que entendemos y en lo que somos y, como en su caso, también en lo que nos convertimos y en lo que tal vez podemos llegar a ser.
Porque Bowie is nos enfrenta a un ser que siempre buscó ser moderno al estilo rimbaudiano, con toda la poesía que conllevó tal experiencia vital. Rimbaud, aquel visionario maldito, escribió en Una temporada en el infierno un mandato con el que todo rockero de corazón, como Bowie, se identifica: “Hay que ser absolutamente moderno”.