El don de la ilusión que nos permite escuchar la transformación perfecta de un tejido musical en otro. El don de la paciencia que le permite al éxtasis apoyarse en planos cada vez más altos, y el de expresar con intensa y eficaz convicción que eso que hacen es de lo más natural. Y, lo más importante, el don que permite a cuatro espíritus llenos de regocijo volar como uno solo hacia tierras inexploradas, llevándose a quien los escucha a un viaje insospechado.