Fue en la década de los noventa del siglo XX cuando en México inicia la creación y operación de refugios, espacios que surgen por iniciativa de la sociedad civil para brindar protección a mujeres víctimas de violencia familiar. A partir de 1998, año en que nuestro país ratifica la CEDAW o Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el Estado se compromete a otorgar los recursos necesarios para atender en forma integral y gratuita a las sobrevivientes de violencia, así como a sus hijas e hijos.