A partir de la segunda mitad del siglo XX, movimientos como el feminismo negro, el chicano y el lésbico empiezan a cuestionar la existencia de un sujeto femenino único, en el que sólo tienen cabida las mujeres blancas, heterosexuales y de clase media y alta.
Surgen entonces voces feministas que suman al análisis consideraciones como la opresión de clase, de raza, étnica y de orientación sexual para establecer que los sistemas de opresión son múltiples. Gloria Anzaldua y Audre Lorde