Entre las muchas influencias que dejó la escuela Bauhaus para el futuro cultural del mundo, estuvo el de fungir como incentivo, inspiración y detonante estético, para la creación de las portadas de discos para diversos géneros de la música: la clásica, el jazz y el rock. Un arte que ha recibido el reconocimiento como tal y que lleva más de medio siglo propiciando el placer sensual, colectivo e individual, pero no sólo.
Ese pequeño espacio, con su plataforma de cartón o papel, además del placer que provoca su contemplación, ha servido como manifiesto, como cartel donde el artista de la música hace el anuncio de su producción, de sus intenciones, de su ser y estar en el mundo en esos momentos, para finalmente convertirse en un objeto de tentación, posesión e identificación.