En este sentido es que surgen artistas como Joji Hirota, quien a través de su música hace que se capten la gracia rítmica, la elegancia, espiritualidad y pompa ceremonial del Japón ancestral. Hirota evoca con su obra toda una historia musical, de manera fundamental con el uso de la shakuhachi, una flauta de bambú con un hermoso sonido de cualidades etéreas. Su discografía lo muestra con una voz bella y expresiva en tal instrumento, e igualmente como un maestro en los tambores taiko.