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El son de Vargas

217.Trovador de una urbe descomunal que por momentos cambia de nombre y se llama heliópolis, Guillermo Vargas presenta una obra donde sus letras son una manifestación elocuente de lo estrictamente esencial. Con las cuerdas de su guitarra y su canto se abre paso por los dédalos de esta ciudad. Se trata de una voz curtida en las aleatoriedades de la intemperie; de alguna manera el cantante compendia el retrato de una determinada atmósfera de esta época. Reconocemos algunos rescoldos de palos flamencos en lo profundo de su voz.