¡Cuánto progreso! Nos encontramos casi con la misma gente. Los muchachos de entonces ya señores, algunas bajas pero muchos nacimientos; el rancho se encogió ante el estirón de nuestros pasos; muy oloroso todavía, muy musical; ya había luz eléctrica y cuatro antenas de televisión, ¡imagínense ustedes! En cuatro casas se podían ver los monos que bailaban en la pantalla chica, arrebatándonos el lenguaje pero hubo muchos suspiros y recuerdos entre visita y visita, al tiempo que germinaba la idea de volver más seguido