Por su podio aparecen sillas dalinianas, grandes copas de martini estilizadas (con sus aceitunas inmemoriales), camas redondas, boudoir con espejos y cortinas vaporosas, camerinos llenos de luces, una oficina de Wall Street...Espacios para que el espectador disfrute a sus anchas de una fantasía inolvidable que es como un paréntesis onírico dentro de la enorme parrafada de la realidad.