Cerámica estilizada: algo tienes de frágil, pero también de permanente.
¡El cántaro, vasija fresca, elegante, armónica como el cuerpo de una mujer! Tenés vuestra historia.
Hijo del ánfora y ésta, a su vez, de la krátera ¡Cuánto has vivido!
Tienes nombre masculino, pero esencia femenina, frágil.
Muchos alfareros te han modelado, muchas mujeres te han abrazado ¿Cuánto sabes de los caldeos o de los egipcios? Tu hermana la múcura ¿Cuánto sabrá de la América tropical, salvaje y cumbiambera?
Inspiraste a los poetas, desde los antiguos hebreos hasta Octavio Paz, pasando por Lope de Vega.
Elegante vasija, fuiste musa de Murillo en Las Bodas de Caná y en la mitad del resto de sus obras.
Hoy te vemos poco, pues has sido sustituida por los desgarbados garrafones o por los envases de PET.
Pero está bien; porque ahora adornas los museos, las fuentes y sigues inspirando a los artistas, no sólo a los alfareros con quienes tienes una relación sicalíptica.
Qué buena fue tu invención. Qué bien acompañaste a las jóvenes en su alegre caminar.
La gran ciudad las ha cambiado por la red hidráulica o por las jarras de plástico. Aún así, podéis encontrarlas todavía en la provincia acompañadas de su correspondiente pareja: la chica provinciana.
Cántaro: sigue viviendo en el entorno de esos paisajes bucólicos, a los que cantaron Hesiodo y Horacio.
Sigue en contacto con la naturaleza, que es lo tuyo. Continúa en las haciendas rurales dando frescura a tu contenido y sirviendo de adorno a sus mesas y cocinas.
Sigue inspirando a los bohemios, que también es lo tuyo.
Cántaro ¡Hay algo en ti de eternidad!