Eso, aunado al principal defecto de las ideologías mediáticas actuales que es negar la singularidad de los seres humanos, lanzó a los cuatro vientos el prurito de la avidez por iluminar la vida y la faceta en que desarrolla su trabajo. El anonimato hoy, lejos de representar una exclusión social, se ha convertido en una estrategia que se opone a la lógica del control por parte de una sociedad del consumo que sólo favorece la exhibición absoluta.