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376__Enamoradizo

En la capital yo tuve un bonito empleo: leerles a las señoras porque ellas se quedaban en la casa y el marido trabajaba. Les iba a dar clases de literatura… Después de dos, tres horas de estar solos, emocionados con la lectura, era inevitable, nos besábamos y terminábamos amándonos en sus mullidas camas”.