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1116 - Zancudo

Así es. Quien haya estado junto a un mosquito conoce su furor y su enjundia, su terquedad para dar lata, para zaherirnos en la piel o para mantenernos malhumorados en noches de insomnio, donde imaginamos o ponemos en práctica el manotazo salvador que nos hará recobrar el sueño, sin el picoteo y zumbido constantes del malhadado mosquito.