Tres de cada diez infantes llegan a presentar alteraciones crónicas del sueño. Niñas y niños en esta condición sufren bajo rendimiento escolar, retardo en su crecimiento y mal humor. Entre las causas de estas alteraciones cada vez ocupa un lugar más importante el abuso de los dispositivos tecnológicos. Hay cuatro preguntas básicas que nos pueden ayudar a saber si nuestras hijas e hijos atraviesan por esta condición: ¿tiene dificultades para iniciar el sueño o mantenerlo?, ¿está excesivamente activo o somnoliento durante el día?, ¿tiene episodios que le molestan durante la noche?, ¿ronca? Ante respuestas positivas, hay que actuar y acudir a un especialista en sueño.
Se necesita de ellos cuando un integrante de la familia presenta situaciones de invalidez o enfermedad crónica. Hablamos de los cuidadores, tarea que en la mayor parte de los casos se deposita en las mujeres. Los hombres difícilmente la asumen porque en nuestra sociedad, cuidar es una labor considerada inferior. Para la teórica del feminismo, Marcela Lagarde: “El cuidado como deber de género es uno de los mayores obstáculos en el camino a la igualdad”. En este sentido, decimos nosotros, es una expresión de la violencia de género, pero también de la estructural, ante la ausencia de alternativas sociales para atender a los enfermos. Toda aquella persona que asume labores de cuidado termina agotada emocional y físicamente.
En el siglo XIX mexicano, las referencias a la cocina popular mexicana quedaron relegadas a fuentes literarias y crónicas de viaje. En ese momento el interés estaba puesto en enseñar al pueblo cocina europea con el fin de pulirlo. La Revolución Mexicana cambió las cosas, pues la búsqueda de identidad llevó a redescubrir nuestro legado gastronómico. ¿Sabían ustedes que en los años veinte del siglo pasado surgió en la Secretaría de Educación Pública un grupo de maestras (Ana María Hernández, Clementina Cerrillo y Elena Torres) que pugnaron por la enseñanza de la cocina mexicana?
Una enfermedad crónica es normalmente vista como una amenaza en el entorno familiar. De ahí la importancia de interesarse por el punto de vista de la familia y preguntarse: ¿Cuál es el impacto de la enfermedad crónica en cada uno de los miembros?, ¿cómo abordar los sentimientos que experimentan durante el periodo de evolución de la enfermedad?, ¿cómo enfrentar preguntas preocupantes: por ejemplo, sobre los gastos hospitalarios y de cuidado; y los cambios en la dinámica familiar en razón del padecimiento de un ser querido?
En la estación Metro Zapata de la Ciudad de México se encuentra el Museo Emblemático de la Caricatura Mexicana, en el cual destaca la figura de Gabriel Vargas, creador de La Familia Burrón. Ahí encontramos una escultura de Borola Tacuche, presta para fotografiarse con toda persona que se tome unos minutos para posar a su lado. En este espacio, el texto de Rafael Barajas, El Fisgón, nos recuerda que “La Familia Burrón es un clásico; una crónica de la vida cotidiana de una familia mexicana de clase media muy baja y algunos de sus personajes han pasado a ser parte del imaginario colectivo nacional. Es memorable la serie de humor negro en la que la protagonista de la historieta, Borola Burrón, preocupada porque es más alta que su marido, Regino Burrón, se hace amputar las piernas para luego arrepentirse y hacerse colgar de los miembros amputados para recuperar sus extremidades”.