Los sentimientos tienen la habilidad de enmascararse, pero las máscaras que las cubren, son de cera, por eso, cuando le pedimos a una persona que se muestre con autenticidad, naturalidad o espontaneidad, le pedimos que sea, sincera.
Lograr esto no es fácil, ya que un rencor puede estar promovido por el coraje, pero combinado con tristeza. O un miedo aderezado de enojo.
Las emociones son parte de nuestra biología y nos ayudan a mostrarnos a partir de nuestra conciencia, que nuestro cuerpo necesita decirnos algo como una señal de atención, advertencia y hasta de permiso para el gozo. Cuando no coinciden las cantidades de emoción con el contexto, algo anda mal y es donde la mente puede crearnos una sobredosis emocional que puede llegar a enervarnos o envenenarnos.
¿Cómo no se canaliza el enojo adecuadamente con consecuencias, sociales, laborales, físicas, económicas. ¿tu ese fuego lo regulas o dosificas? ¿eres una olla express y tienes o no válvula de escape? Pero lo interesante, es cuánto guardas en tu olla de presión y cuál es la cantidad o dosis que le hechas para mantener presionado o aliviado ese malestar. La neta tu escoges la dosis.
Mario Bejos