Programa 01 - "La Creciente"
Es el tema que da origen a este trabajo, primero libro y ahora en audio. Se trata de una inundación que ocurrió en octubre de 1958, en el norte de Sinaloa, la cual causó muchos daños a la población, sobre todo rural.
Es el tema que da origen a este trabajo, primero libro y ahora en audio. Se trata de una inundación que ocurrió en octubre de 1958, en el norte de Sinaloa, la cual causó muchos daños a la población, sobre todo rural.
Es el tema que da origen a este trabajo, primero libro y ahora en audio. Se trata de una inundación que ocurrió en octubre de 1958, en el norte de Sinaloa, la cual causó muchos daños a la población, sobre todo rural.
Es la continuación del relato anterior, el mismo escenario con algunas consecuencias posteriores. Cabe destacar que pese a todo, también hubo algunas alegrías como suele suceder en el pueblo mexicano. Aquí también se advierte cómo la ayuda del gobierno siempre es a medias y por no dejar.
Aquí hay dos relatos en los que podemos apreciar algunos resultados de la creciente: el hambre y las enfermedades entre otras cosas. En “Me pasó lo de Macario” podemos ver cómo la circunstancia propició el anhelo de comernos una sardina entera; en el segundo “Me vieron las nalgas y ni chisté”, nos referimos a las vacunas en prevención de enfermedades y el susto que provocan los vacunadores.
El muchacho aclara el concepto de la música de banda al presenciar en vivo –por primera vez–, la actuación de “La Banda Canela” de Guasave; tiene significado especial el matrimonio de su profesor pues el casorio es con una muchacha de su rancho.
Este programa consta de cuatro relatos:
1. El servicio de energía eléctrica inició en México formalmente en 1904, aunque a fines del siglo XIX ya existían algunos casos; sin embargo, después de continuas luchas se nacionalizó el 27 de septiembre de 1960; pero a nuestro rancho llegó la luz cinco años después. El SME se constituye el lunes 14 de diciembre de 1914, ocho días después del encuentro de Pancho Villa y Emiliano Zapata en la capital para que el bribón de Calderón atentara en su contra la noche del 10 de octubre del 2009. Como ven, teniendo luz, por décadas muchos vimos el país sin focos; sólo iluminado por el sol y las estrellas.
Puras novedades; no conocíamos ni las gelatinas ni las luces mercuriales, apenas podíamos dar razón del atole de pinole y la luz de la cachimba de tractolina; ya muy lujosamente la lámpara de petróleo. Era demasiado encandilar nuestro asombro; a ver si ustedes no quedan fulgurados.
Aquí se narra la tremenda impresión que provocó en un niño venido de un rincón muy pobre, al conocer el Mariachi Vargas, algo que parecía imposible e increíble en su circunstancia.
Aquí tenemos el disgusto por la música de la juventud capitalina de los años sesenta. Un niño venido de provincia, no obstante su escasa cultura, alcanza a reflexionar la manera sosa de ese arte en sus melodías, sus letras forzadas y las inflexiones características de lo que supo después que se trataba de una mala copia del rocanrol estadounidense.
Más de trece años pasaron para volver a la tierra; en la capital, el metro de la línea dos ya había chocado en la estación viaducto, el hombre había llegado a la luna, ya se hablaba de muchos muertos en las luchas populares de México; se acercaba una fuerte devaluación del peso; ya habíamos conocido varios andurriales de los alrededores y empezábamos a saborear las mieles de la universidad nacional. La memoria comenzó a desandar lo andado a mediados de agosto de 1961 y las ilusiones eran muchas; en tres días de camino se hizo el regreso y como llegamos de noche, el día siguiente comienza en el otro programa.
¡Cuánto progreso! Nos encontramos casi con la misma gente. Los muchachos de entonces ya señores, algunas bajas pero muchos nacimientos; el rancho se encogió ante el estirón de nuestros pasos; muy oloroso todavía, muy musical; ya había luz eléctrica y cuatro antenas de televisión, ¡imagínense ustedes! En cuatro casas se podían ver los monos que bailaban en la pantalla chica, arrebatándonos el lenguaje pero hubo muchos suspiros y recuerdos entre visita y visita, al tiempo que germinaba la idea de volver más seguido
En el título encontramos un doble sentido: lo que se dice antes del texto y la razón que nos llevó a escribir todo lo que sigue. Se hace una remembranza de los primeros años en La Noria y las experiencias adquiridas ahí, después nos enteraremos de las impresiones recibidas al llegar a la capital del país. Agárrense de ahí para adelante.
Contiene tres relatos del capítulo con este nombre:
1. “El espejo”
Este relato nos sirvió para vernos un poquito por dentro; para esculcarnos un poquito el alma.
2. “Mi nombre se hizo chiquito”
Si mi nombre es breve, tendría que tener un apócope o un diminutivo y este lo dio una niña cuando aprendió a hablar…
3. “Dos lucecitas”
Es la contemplación del cielo nocturno que termina al amanecer con el aterrizaje de dos aviones fumigadores después de muchas cavilaciones en la inmensidad de nuestra ignorancia acurrucada en nuestra imaginación.
1. “A media noche”
Aquí encontramos la fascinación de una niña que se llenó lo ojos de cielo...
2. “Cayó una estrella”
También la inocencia nos salva del peligro en tanto la conciencia de los mayores advierte el peligro al punto de escandalizarse, sobreprotegiéndonos.
3. “Flor de luz”
En la oscuridad de la desesperación la luz se descompone, provocándonos visiones pero ocurre que los mayores a veces no quieren entender estas cosas y los niños sufren por esa incomprensión.
Con receta y toda la cosa. Huelen y saben bien, un manjar sencillo, muy de Sinaloa; los pobres lo disfrutan más que los ricos. En Nochebuena son más buenos todavía. El Niño Dios no se los comió por falta de tiempo. ¡Cálenle!
1. “Toca y toca el tocadisco”
Aquí está la primera aproximación a la música grabada; sorprende los aparatos eléctricos donde no hay corriente eléctrica y está presente la imagen de los discos de acetato antes de los de larga duración y antes de los compactos.
2. “Por ver al niño dios”
Es fácil que la gente se sugestione y nos culpe a la ligera de lo que ni siquiera hemos pensado. Una centella nos daba vueltas pero no teníamos la culpa de nada…
3. “¿Cuánto podrá costar un retrato?”
Miseria y abundancia. Ante la pobreza, se hace presente la ostentación y superficialidad de los políticos…
1. “Quién debe tener las armas”
2. “La palabra pastel”
Las cosas que parecen más sencillas a veces están muy lejos de nosotros; si el significante es extraño, el significado lo es más
3. “No me voy con la competidora”
Aquí está un sustito que en la mente de un niño trascendió bastante, pero nada de reconcomia.
1. “El primer día de clases”
Aquí están las emociones de ir a la escuela para que no nos apeñanietemos; claro que se trata de una escuela rural oficial, nada de particulares.
2. “Apenas deletreando”
Aquí está lo que Peña Nieto no logra ni con el telepromter porque así las cosas, seguro no sabe ni lo que es un pizarrón.
1. “Del cielo cayó una rosa”
¿Qué les parece si desmenuzamos esa canción de Cuco Sánchez”
2. “El lunes los dos vendados”
Se trata de una coincidencia surgida de una travesura y un mero accidente pero que la gente a veces juzga muy a la ligera –o a su manera-.
1. “En pos de una pluma”
Aquí tenemos como la publicidad nos pinta un fascinante mundo de colores, obligándonos al consumismo…
2. “Se acercaba el día de las madres”
Aprendimos a conocer una tradición impuesta desde principios del siglo XX de la cual la escuela es una gran reforzadora…
1. Mi vieja bandera”
Nace el amor por la bandera nacional y se matiza que no nos deslumbra lo nuevo a pesar de lo colorido.
2. “El 16 de septiembre”
Una clase de historia patria vivida en cuerpo y alma; como ahora pocos tienen esa vivencia por falta de iniciativa de los maestros –que algunos ni maestros son, como Elba Esther-.